Entre Losas y Telas
En el año 1886 se introduce la producción de losas hidráulicas en La Habana y Cuba se convierte en el segundo país de América, después de México en incorporar tales revestimientos en suelos, escaleras y zócalos de casas privadas y edificios públicos.
La Balear, fábrica de losas fundada en 1894 y ubicada en la calle Oquendo en el populoso municipio de Centro Habana — que era propiedad de un individuo de nombre Severo— fue una de las más connotadas productoras habaneras de ese tipo de pavimento que, según se comenta en bibliografía, estaba capacitado para competir con los más adelantados de su tipo en España. Esta fábrica llegó a alcanzar gran fama por sus elaborados y artísticos diseños.
En 1903, se instala la fábrica La Cubana en el barrio de Luyanó, y a mediados del siglo XX se funda otra en el barrio de Santos Suarez. Ambas mostraban una gran competitividad en la fabricación de mosaicos que, si en un principio eran muy parecidos a las baldosas catalanas, en La Habana alcanzaron un estilo propio con muchos más colores y con motivos florales más complejos, por lo que alcanzaron notables belleza y calidad.
Remontándonos a su origen en la historia, las baldosas de barro cocido más antiguas se documentan en la Babilonia del siglo IX AC. Tales baldosas fueron muy utilizadas por los romanos y, más tarde, los árabes las introdujeron en la península ibérica. Se dice que en el Medio Oriente se caracterizaban por la aplicación de un sobre-barniz, que dio lugar a la técnica conocida como mayólica, profusamente utilizada en Europa y en América.
Tomando como modelo las losas y mosaicos que pueblan las ciudades cubanas, estos tres creadores —con un alto nivel de manualidad y poseedores de una técnica depurada— han encontrado ahora un motivo de investigación e inspiración. Se han propuesto recrear estos omnipresentes elementos utilizando para ello diferentes estilos de la técnica de parche: el parche sin aguja, el parche geométrico y el apliqué o estilo Baltimore.
Revisitando las losas de los pavimentos y zócalos cubanos han hecho revivir una obra creadora que nació con una función práctica indiscutible, que desarrolló altos niveles estéticos desde una visualidad muy particular, y que todavía pervive formando parte de la vida cotidiana de La Habana y de todo el país.
Texto: Rosa Juampere Pérez
Bibliografía: Rodríguez, Lic Yamira: Havana (versión digital)